Establecer límites preservando la relación con los hijos

¿Qué te viene a la mente si hablamos de límites?

La palabra límites nos puede evocar muchas sensaciones desagradables: prohibición, rigidez, frustración… Seguramente esta mala fama venga precedida por el uso que se le ha dado desde el autoritarismo (o lo que es lo mismo ¡Porque yo lo digo!) Visto así, es fácil que la tendencia sea a asociar el límite con imposición.

Pero quiero romper una lanza a favor de los límites, dejando ver su cara más amable. Los límites también tienen que ver con el respeto, con tener en cuenta las necesidades del otro, e incluso las propias. Los límites muestran a los demás aquello que no estoy dispuesto a negociar ni tolerar. Me explico, pensemos en nuestras relaciones adultas: aquel cuñado que no deja de comentar nuestra vida, aquel amigo sabelotodo… o quizás yo mismo, que me comería todos los croissants recién hechos de la panadería, pero tengo que ponerme un límite a mí y los demás porque sé lo que es bueno para mi salud, mental o física. Es decir, que los límites contribuyen también a nuestro bienestar si te paras a pensarlo

Antes de poder llegar a ser autónomos, numerosas personas nos han ido enseñando y mostrando lo que era y no aceptable: no nos han dejado comer todas las chuches que queríamos, no hemos podido meter los dedos en el enchufe, salir sin chaqueta en invierno… ¡Cuánta frustración hemos tenido que aprender a regular a lo largo de nuestra vida! Y es que el objetivo final de los límites es el de poder guiar el comportamiento, convirtiéndonos así en adultos que se hacen responsables de sus actos.

 

Tipos de límites

¿Límites desde el miedo o desde el respeto?

Me encuentro a menudo con padres en consulta a los que le resulta difícil poder desprenderse del estilo autoritario con el que han sido educados. Lo veo reflejado en que viven los límites como batallas de padres y madres contra hijos, en el que los padres imponen la autoridad por miedo a perder la razón y que sus hijos no obedezcan. Este tipo de educación sólo hace reaccionar a través del miedo, pero no favorece una interiorización de las normas. Por no hablar de que estropea la relación parental y los aleja emocionalmente. Resulta curioso porque disciplina significa aprendizaje, y este estilo dista mucho de enseñar.

LOS LÍMITES NECESARIOS SON LOS QUE PRESERVAN LA SEGURIDAD Y DESARROLLO MENTAL, FÍSICO Y EMOCIONAL DEL NIÑO. NO INCLUYEN AQUELLOS QUE RESPONDEN ESTRICTAMENTE A UN INTERÉS DE LOS ADULTOS.

Desde el amor los padres acompañan a sus hijos para que puedan encontrar un equilibrio justo entre el deseo de decidir sobre ellos mismos y la frustración de encontrarse con que aún no están preparados para ello. Un buen punto de partida para ello es validar sus emociones sin juzgarles, permitiendo crear un ambiente cómodo donde expresar las/sus emociones.

 

Carmen Estévez

¡Haz clic para puntuar!
Votos: 0